
Sin embargo, nadie presagiaba lo que iba a ocurrir en los siguientes 45 minutos, en especial en la última media hora. Un OM liderado por Christophe Dugarry, Robert Pires y Laurent Blanc, que acababan de cororarse campeones del mundo, iba a ser capaz de dar la vuelta al marcador.
Lo que parecía una auténtica utopía, incluso cuando Dugarry hacía el 1-4 en el minuto 15 el gol de la honra, se terminó convirtiendo en realidad gracias a 3 goles en 10 minutos que pusieron el encuentro 3-4.
Ya al final, se ponían las tablas en el marcador, lo que dejaba a los aficionados satisfechos, pero cuando Blanc transformó el penalti, el Velodrome de Marsella estalló de alegría y euforia.
Algo semejante ocurrió este mismo año en la Copa de África, cuando la selección de Angola se vio sorprendida por un vendaval malí en un cuarto de hora, lo que supuso que el partido pasara del 4-0 al 4-4.
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